Algunas historias de rescate llegan a nuestra vida en el momento menos esperado, y Molly es prueba de ello. Recuerdo que era uno de esos días grises en los que las nubes parecían no tener intención de irse. La lluvia caía intensamente, y las calles estaban llenas de charcos y hojas arrastradas por el viento. Estaba regresando de mi trabajo, con la prisa de llegar a casa y evitar la tormenta. Pero algo me detuvo.
En una avenida principal, estuve a punto de atropellar a una pequeña figura. Era una perrita empapada, me baje del auto para seguirla, preguntando si era de alguien sin respuesta, la seguí hasta que la encontré acurrucada en una esquina, temblando de frío. Su mirada triste y asustada me partió el corazón. No tenía collar, y era evidente que estaba sola y desorientada. Me acerqué con cuidado, intentando que no se asustara más. La llamé con una voz suave: «Hola, pequeñita, ¿estás bien?». Sus ojos me miraron con una mezcla de miedo y esperanza e intento lanzarme una mordida.
Al principio, Molly (aunque aún no tenía nombre) no se dejaba tocar. La lluvia y el viento la habían dejado completamente indefensa y desconfiada. Decidí sentarme cerca, esperando pacientemente, bajo la tormenta, hasta que ella me permitió acercarme. Poco a poco, comenzó a confiar. Molly se acercó y, finalmente, me dejó acariciarla. Sentí que estaba lista para venir conmigo.
Camino a casa, la arropé en una manta que encontré en el auto. Aunque estaba mojada y sucia, Molly se acomodó en mi regazo, exhausta. Sentí que sabía que estaba a salvo. En casa, le di un buen baño y comida caliente. Poco a poco, su personalidad comenzó a brillar. Era juguetona, cariñosa y agradecida. Molly no solo había encontrado un hogar, sino que también había llenado el nuestro de alegría y amor.
Con el tiempo, Molly y nosotros desarrollamos un vínculo especial. Cada vez que escucho la lluvia golpeando las ventanas, recuerdo el día en que la encontré y cómo el destino la trajo a mi vida. Desde entonces, la lluvia ya no parece tan sombría, porque me recuerda a ese día lluvioso que trajo consigo un rayo de luz en forma de una pequeña perrita llamada Molly.
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